Es una noche hermosa. Como tantas en las costas de Tonosí, la luna ilumina la arena blanca con una luz sutil, vertical. En el cielo no hay una sola nube. Tampoco hay viento. El agua es azul, calmada, sin la menor ondulación que retorne de mar adentro, aunque la playa se extiende envolviendo el mar abierto, hasta el horizonte en el que se antepone Isla Caña.
Toda la orilla está desierta. Es una franja de arena bastante ancha, uniforme, desprovista de rocas aisladas como agujeros en el agua, inclinada apenas entre el collado abrupto, que parece sin salida, y el mar.
Es allí, en esa tranquilidad, como testigos cómplices, que le acompañan el Parque Nacional Cerro Hoya. Donde Brotan los ríos Sierra, Portobelo, El Guánico y Tonosí, que se deslizan a través de las montañas de Cerro Cambutal, Quema y el imponente Canajagua. En las faldas de estos, están las playas la Marinera y La Cuchilla, donde las fecundadas tortugas, llegan desde las profundidades del mar, a desovar en sus blancas arenas.
Ellas, Al emerger del agua, se arrastran hacia arriba, por la playa, hasta encontrar un sitio propicio para evacuar sus huevos. Dispuesto esto, la tortuga, cava con sus aletas, cual si fuesen palas, un hoyo del tamaño de su cuerpo. Luego, con las zancas traseras, hace otro socavón más profundo y en forma de receptáculo alargado; con mucha dedicación, va sacando la arena con una de sus aletas y la echa a un lado; en seguida saca más material con la otra extremidad.
Cuando el hueco que forma el nido está terminado, la hembra deja caer los huevos en él, uno o dos a la vez y de apariencia coriácea. Mientras ella, desova sus principios, le brotan lágrimas para mantener sus ojos húmedos y libres de arena; o tal vez, porque conjetura las penurias, por las que han de peregrinar sus crías.
Nadie ha podido dar una buena explicación por qué las tortugas vienen a Cambutal para desovar; aquí, en esta playa, nunca van más al norte, o más al sur sino a esta cinta angosta de arena, casi de tres kilómetros de largo.
Cada dos o tres años, entre los meses de agosto y noviembre, miles de tortugas marinas arriban masivamente a las costas de Tonosí, para poner en los mismos litorales en las que posiblemente nacieron. Estos grandes quelonios, de las especies carey, baula, verde, caguama, prieta y loro recorren enormes distancias de mar para llegar hasta las grandes extensiones de playas en islas y costas de Tonosí. Es un espectáculo maravilloso y fascinante.
Mientras tanto, cuando la hembra ha terminado de depositar sus huevos, trata de camuflarlos lanzando arenisca a todo el rededor y balanceando su cuerpo sobre el nido. Pero este ocultamiento no siempre cumple su propósito.
Después de que la hembra abandona el recinto para volver al mar, existe la posibilidad de que sus execrables enemigos como algunas personas, o animales lo excaven y sustraigan los huevos.
Una hembra en una sola temporada puede hacer de tres a ocho nidos, es decir, pone hasta 900 unidades. Generalmente las tortugas marinas hembras anidan cada dos o cuatro años. Por lo tanto, puede haber grandes diferencias en el número de desoves de un año a otro.
Son muy pocas las tortuguitas que sobreviven. Si el producto no es destruido por el agua, o por los depredadores, se incubarán en aproximadamente dos meses. Por lo general, todos los huevos de un nido nacen en el mismo tiempo. Conforme los galapaguitos salen del cascarón, empiezan a forcejear para abrirse camino hacia la superficie de la playa; removiendo la arena de los lados y de la parte superior del nido, la cual van cayendo en el fondo de éste junto con los cascarones. De esta manera, el calado del nido se va levantando gradualmente hacia la superficie.
Cuando las crías están justamente bajo la capa superficial de la arena, esperan hasta que afuera esté fresco antes de salir. Generalmente esto, significa que las tortuguitas, que miden alrededor de 5 cm de largo, aguarden la noche para abandonar la morada e iniciar su más peligrosa carrera hacia el mar.
Instintivamente, las crías se dirigen hacia la parte más brillante del horizonte, la que, por lo general, se encuentra sobre el agua; pero pueden desorientarse si brillan luces tierra adentro; si esto sucede, los especímenes se arrastrarán en esa dirección y morirán; y aún cuando se dirijan hacia el mar, o en el agua, pueden ser atacados por sus enemigos. ¡Esta es tal vez la etapa más difícil en la vida de las tortugas marinas!
Sólo el desarrollo planificado, que reconozca la importancia de los océanos, en buenas condiciones naturales, puede asegurar la continua producción de las tortugas que vuelven a las costas de Tonosí.
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