Texto: EDWIN RODRÍGUEZ
Publicado: La Estrella de Panamá
edwinhr2332@hotmail.com
El agua, en las últimas décadas, se ha convertido, en materia prima de una de las industrias con mayores ganancias y mayor crecimiento en todo el mundo. No obstante, Panamá no escapa de esta realidad, a pesar que nuestro país, posee aún, por fortuna, un gran caudal hídrico y de buena agua.
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El agua, en las últimas décadas, se ha convertido, en materia prima de una de las industrias con mayores ganancias y mayor crecimiento en todo el mundo. No obstante, Panamá no escapa de esta realidad, a pesar que nuestro país, posee aún, por fortuna, un gran caudal hídrico y de buena agua.
Si bien, a unos cuantos minutos de la ciudad capital, se encuentran los ríos Pacora, Bayano y Mamoní que podrían suplir el déficit del vital líquido, que se agudiza cada año, por el desarrollo progresivo, de la industria, hoteles, turismo, fábricas. Todo esto sumado al incremento demográfico no planificado que se da en la población, sobre todo en las periferias (barriadas precaristas), hace que cada día sean más los habitantes por lo que requiere una mayor cantidad de servicios, como es el agua. Sin embargo, esto no ha sido agenda de Estado de las anteriores administraciones y la presente hace lo humanamente posible por remediar la situación heredada, sin que se vislumbre en el panorama una salida definitiva de la crisis. Si a esto le sumamos la histórica y poca inversión, mantenimiento, incultura de pago y una pobre gestión de cobro, posiblemente, todos en menor o mayor medida contribuiremos allanándole el camino a las comercializadoras de agua, respaldadas estas, por la libre oferta y demanda y mientras este negocio crece, hombres y mujeres de Panamá y el mundo dejan de tener acceso al líquido y se viola su derecho humano al agua.
Sin embargo, desdichadamente, el problema es tendencial y seguirá persistiendo, por lo que es imperativa una nueva potabilizadora que vaya paralela con el crecimiento de nuestro país; a su vez, el fortalecimiento y su debido acatamiento, de las leyes que protegen y preservan las cuencas y fuentes naturales que suministran el vital líquido.
En tanto, el agua sigue siendo el recurso natural más importante que tenemos debido a que es necesario para la vida; Sin embargo, lo que más se opone al derecho humano al agua, es su comercialización.
La explotación de este negocio es inversamente proporcional al derecho humano al líquido, pues mientras más crece el consumo de agua embotellada en el mundo, perdemos la posibilidad de acceder al líquido de manera gratuita, en las cantidades y lugares necesarios y con la calidad adecuada para ser bebida. En las últimas semanas, hemos sido testigos de lo oneroso del agua envasada, casi a la par con la gasolina, cuesta más que la gaseosa, jugo, cerveza o peor aún su valor está por encima de la leche.
El sector del agua embotellada, está creciendo muy rápidamente en nuestro país, con posibilidades de expansión actualmente, es por ello, que surge la necesidad de revisar y regular los márgenes de ganancias VS su aportación al Estado por el uso de sus recursos hídricos, sin que los costos sean trasladados a los consumidores; tal como se hace con el precio de la gasolina; máxime cuando las embazadoras adquieren el agua a muy bajos precios.
Finalmente, apremia una normativa sanitaria y de regulación rigurosa, al comercio del agua embotellada importada y local, al mismo tiempo que terminen con las prácticas especuladoras, así como el vertimiento adecuado de las botellas de plástico cuya contaminación del medio ambiente resulta peligrosa, por su composición no degradable. Por último, que el precio sea mucho más razonable que el actual.
Puedo entender que el negocio privado genere utilidades, pero no que alcance los precios escandalosos y desmesurados que pagamos en la actualidad en Panamá por el agua.
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