Texto: Edwin Rodríguez
En primer lugar, debo aclarar que hay sindicalistas honestos que independientemente de las confusiones ideológicas que en mi humilde opinión arrastran, realizan una labor plausible y poco reconocida orientando al trabajador; los abusos empresariales existen, no cabe duda.
No obstante, muchos sindicalistas de bases realizan un trabajo encomiable verdaderamente válido.
Sin embargo, no son los gremialistas que prosperan en sus organizaciones, muy al contrario, Quienes escalan jerárquicamente suelen ser los que persiguen, salvo honrosas excepciones, las horas de fuero sindical y beneficios, para simple y llanamente trabajar poco o nada. Es decir, aquellos que tienen más aspiraciones particulares y políticas que solidarias, además, no defienden a su coligado como individuo, si no más bien, en función de amiguismos o a que partido político pertenece; así mismo, partiendo de esta premisa deciden si te defienden o no. Inclusive, son muy selectivos a la hora de solicitar aumentos de estipendios y prebendas para sus agremiados.
Por lo dicho, se supone que, en nuestro ordenamiento laboral Panameño, los sindicatos ostentan la representatividad de los trabajadores. Es decir, que actúan en nombre y por cuenta de los mismos. Que negocian por todos. Y que en los acuerdos que alcanzan afectan o benefician al afiliado sin excepción.
Por otro lado, ay sindicatos Panameños que son democráticos, y otros que son burocráticos; Hay gremios locales que son combativos y algunos que son políticos.
Si bien, el sindicalismo surge como una fuerza Marxista, beligerante e independiente, pronto bajo regímenes retrógrados, comienza a desvirtuarse con algunos elementos sectarios; hasta cierto punto, proclives CON EL gobierno de turno o el empresario.
En tanto, el hecho de que se hayan organizado sindicatos y negociado convenciones colectivas no necesariamente significa que los trabajadores tengan ahora más participación en la toma de decisiones o que estén mejor protegidos. Esmás, hemos observado como algunos grupos han impuesto estilos de funcionamiento arbitrarios, anacrónicos y antidemocráticos en contra de los mejores intereses de los trabajadores que dicen representar, a pesar que por lo general el estatuto de dichos gremios ni siquiera reconoce la necesidad de celebrar asambleas periódicas. Por ende, lo que se debe evaluar es la ausencia de democracia sindical; En cuanto a sus finanzas, ¡es su mayor enigma!
Finalmente, un sindicalismo burocrático cuyas decisiones fundamentales no las toman los trabajadores, sino la cúpula pérfida en pactos de almuerzos en restaurantes de hoteles, y oficinas refrigeradas, no puede responder a las necesidades reales de los trabajadores en Panamá.
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