Por: Edwin Rodríguez
Bayano, importante en la emancipación de su raza durante la época de la Colonia española en el Istmo. El río de la región de Chepo y escenario de sus cruentas luchas y la hidroeléctrica respectivamente, fueron bautizadas con su nombre y posterior mente, entregadas, entre otros bienes estatales, a empresas multinacionales en bandeja de oro.
ESTA colosal obra, fue inaugurada en 1976 en los tiempos que se promovía en el mundo, como una panacea del momento, la construcción de grandes represas en el tercer mundo y un modelo de salir del atraso económico en que nos encontrábamos.
Luego de 40 años la historia de Bayano y la de las hidroeléctricas que se han impuesto a lo largo del país, sigue siendo triste. Hoy seguimos pagando la deuda acumulada de los préstamos que se obtuvieron para el financiamiento, pero con una diferencia, los embalses y lo que generan son privados. Pagamos la electricidad más cara de la región, a pesar de los excedentes en la producción. Increíblemente la electricidad producida aunque sea de origen hídrica, se combina con la generada por combustible y supeditan el precio a los altibajos del costo del petróleo. O sea, cada mes las compañías eléctricas incrementan el precio de la electricidad a su antojo, mientras que los usuarios, históricamente, hemos carecido de tarifas claras de cobros.
El Estado, debe obligar a estas empresas a cumplir estándares estrictos de seguridad y reducir la energía un 40% menos de lo que se paga actualmente; eliminar el cargo por demanda; impulsar la creación de un impuesto por el uso del agua por parte de estas compañías; estimularla búsqueda de otras fuentes de energía; deben clasificar entre la energía hidroeléctrica y la energía generada con combustibles; revisar los contratos periódicamente; examinar los subsidios y sus márgenes de ganancias; que por cierto, son excesivos.
Gran parte del disgusto y el sobreprecio de todos los bienes y productos de primera necesidad se la debemos, de manera directa, a las privatizaciones que han estado impulsando los últimos gobiernos en Panamá.
Las rentables y exitosas empresas de energía eléctrica (IRHE) y de comunicaciones (INTEL) fueron entregadas al capital transnacional para enriquecer a estas compañías. Las promesas de mejorar la calidad y bajar los costos de los servicios resultaron exactamente contrapuestas.
Las rentables y exitosas empresas de energía eléctrica (IRHE) y de comunicaciones (INTEL) fueron entregadas al capital transnacional para enriquecer a estas compañías. Las promesas de mejorar la calidad y bajar los costos de los servicios resultaron exactamente contrapuestas.
Las empresas transnacionales como en los tiempos de la conquista- sustraen las riquezas del país y saquean la población. El alto costo de la energía eléctrica constituye un freno al desarrollo y un pesado yugo sobre la población.
La historia nuestra nos habla de que durante la explotación colonial y neocolonial no sólo nos robaron el oro y esclavizaron la cultura; sino que ahora también, nos subyugan con nuestra propia agua.
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