Por: Edwin Rodríguez
Una de las obras emblemáticas
de Panamá cargadas de historia es el Aeropuerto Internacional de Tocumen, cuyo
inicio de su construcción tuvo lugar en
el año 1971, con una grandiosa ceremonia encabezada por el General Omar
Torrijos.
Mientras se desarrollaba este
gran proyecto de infraestructura aeroportuaria en Panamá, el viernes 13 de
octubre de 1972 el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en un risco
de la cordillera de los Andes en la Provincia de Mendoza en Argentina.
La aeronave militar
transportaba a 40 pasajeros y cinco tripulantes.
Murieron instantáneamente 12
personas; 17 en los siguientes días, a causa de las heridas, congelamiento,
desesperación, la falta de alimentos, a las extremas condiciones que se viven a
4200 metros de altura y temperaturas que superaban los 30 grados bajo cero.
Apenas se enteró de la
noticia, el distinguido artista uruguayo Carlos Páez Vilaró, no perdió las
esperanzas y viajó a Chile, con equipaje limitado, sin saber que tardaría tres
meses en encontrar a su hijo, uno de los pasajeros del avión siniestrado .
Después de 72 largos días y
oscuras noches, el 23 de diciembre, en el conocido popularmente como el
«Milagro de los Andes», rescataron a 16 sobrevivientes, cuyos impactantes
testimonios reseñan que debieron alimentarse de sus difuntos amigos.
Carlitos Páez, que lleva el
mismo nombre que su padre, tenía 18 años cuando se subió a la fatídica aeronave
junto a sus compañeros de rugby del Colegio Old Christians de Montevideo,
Uruguay. Fue uno de los supervivientes.
A propósito de la pandemia
Covid-19, Carlitos Miguel, escribió recientemente una carta en la que traza una
analogía entre lo que sufrieron él y sus compañeros en el momento que
escucharon por radio, a 10 días de la caída del avión, que no habría más
búsquedas, ya que los daban por muertos, y cómo puede aplicarse en la crisis
actual para sobrellevar el confinamiento.
Cabe destacar algunos
fragmentos:
"En ese momento dejamos
de esperar el rescate de afuera (una vacuna) y nos dimos cuenta que sobrevivir
y salir adelante dependía solo de nosotros. Nos conectamos entonces con nuestro
máximo potencial físico, mental, emocional y espiritual y nos dimos cuenta de
que no podíamos gastar nuestra energía hablando de cosas que no podíamos
cambiar, que no dependían de nosotros y nos deprimían (como la queja y el
miedo, que nos paralizaba y nos consumía toda nuestra energía, que era muy poca
y había que usarla muy eficientemente".
"Aprendimos que las
cosas que ocurren en la vida no son ni buenas ni malas, son solo hechos y las
tenemos que aceptar, no con la mente sino con el corazón aunque duela. Cuando
se acepta la realidad tal cual es, se deja de sufrir y de pelear la mente con
la realidad. Se empieza a ser parte de la solución y no del problema. Y ahí
aparecen muchas posibilidades y aprendemos que lo importante no es lo que pasa,
sino lo que hacemos con lo que nos pasa".
"En la cordillera
aprendimos muy rápido que teníamos que trabajar en equipo para construir una
sociedad solidaria donde los bienes pertenecían a la comunidad; donde las
normas aparecían cuando eran necesarias, y la primera fue que estaba prohibido
quejarse. ¡El único objetivo era sobrevivir, no yo, todos! Sin excusas. Nuestra
historia, es una historia de uruguayos. No es una tragedia (aunque tiene mucho
de tragedia), ni un milagro (aunque tiene muchísimo de milagro)".
Hoy día, Carlitos Miguel,
cuenta con 66 años, radica en Montevideo; resume su reflexión en la
solidaridad, creatividad y actitud, para enfrentar al Covid-19.
Volviendo al punto inicial,
la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de Tocumen fue inaugurada el 15 de
agosto de 1978 y sus operaciones iniciaron el 5 de septiembre de ese mismo año,
con el primer vuelo de cortesía a Latinoamérica, del Jumbo B-747 de PAN
American Airways, ceremonia a la que asistió el General junto a su esposa
Raquel P. de Torrijos.
El General Omar Torrijos,
quería que la inauguración del nuevo aeropuerto fuese recordada a través de una
expresión cultural permanente, por lo que invitó en 1978 al célebre artista y
padre del superviviente de la Cordillera de los Andes, Carlos Páez Vilaró, el
conocido pintor, escultor y escritor uruguayo, que dejó su arte plasmado en un mural en el corazón del recién estrenado Aeropuerto
Internacional de Tocumen, inspirado en Latinoamérica y especialmente Panamá.
Carlos Paez Vilaró nació en
Montevideo el 1 de noviembre de 1923. Sus exposiciones y murales realizados en
todas partes del mundo y las múltiples distinciones recibidas le dieron
renombre internacional; pintó hasta el último día de su vida. Falleció el 24 de
febrero de 2014 en Casapueblo, su atelier y escultura habitable, ícono
arquitectónico y cultural del Uruguay.
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