lunes, 9 de noviembre de 2020

Covid-19: Analogía de uno de los sobrevivientes de la odisea de los Andes

 

Por: Edwin Rodríguez 

Una de las obras emblemáticas de Panamá cargadas de historia es el Aeropuerto Internacional de Tocumen, cuyo inicio de su  construcción tuvo lugar en el año 1971, con una grandiosa ceremonia encabezada por el General Omar Torrijos.

Mientras se desarrollaba este gran proyecto de infraestructura aeroportuaria en Panamá, el viernes 13 de octubre de 1972 el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en un risco de la cordillera de los Andes en la Provincia de Mendoza en Argentina.

La aeronave militar transportaba a 40 pasajeros y cinco tripulantes.

Murieron instantáneamente 12 personas; 17 en los siguientes días, a causa de las heridas, congelamiento, desesperación, la falta de alimentos, a las extremas condiciones que se viven a 4200 metros de altura y temperaturas que superaban los 30 grados bajo cero.

Apenas se enteró de la noticia, el distinguido artista uruguayo Carlos Páez Vilaró, no perdió las esperanzas y viajó a Chile, con equipaje limitado, sin saber que tardaría tres meses en encontrar a su hijo, uno de los pasajeros  del avión siniestrado .

Después de 72 largos días y oscuras noches, el 23 de diciembre, en el conocido popularmente como el «Milagro de los Andes», rescataron a 16 sobrevivientes, cuyos impactantes testimonios reseñan que debieron alimentarse de sus difuntos amigos.

Carlitos Páez, que lleva el mismo nombre que su padre, tenía 18 años cuando se subió a la fatídica aeronave junto a sus compañeros de rugby del Colegio Old Christians de Montevideo, Uruguay. Fue uno de los supervivientes.

A propósito de la pandemia Covid-19, Carlitos Miguel, escribió recientemente una carta en la que traza una analogía entre lo que sufrieron él y sus compañeros en el momento que escucharon por radio, a 10 días de la caída del avión, que no habría más búsquedas, ya que los daban por muertos, y cómo puede aplicarse en la crisis actual para sobrellevar el confinamiento.

Cabe destacar algunos fragmentos:

"En ese momento dejamos de esperar el rescate de afuera (una vacuna) y nos dimos cuenta que sobrevivir y salir adelante dependía solo de nosotros. Nos conectamos entonces con nuestro máximo potencial físico, mental, emocional y espiritual y nos dimos cuenta de que no podíamos gastar nuestra energía hablando de cosas que no podíamos cambiar, que no dependían de nosotros y nos deprimían (como la queja y el miedo, que nos paralizaba y nos consumía toda nuestra energía, que era muy poca y había que usarla muy eficientemente".

"Aprendimos que las cosas que ocurren en la vida no son ni buenas ni malas, son solo hechos y las tenemos que aceptar, no con la mente sino con el corazón aunque duela. Cuando se acepta la realidad tal cual es, se deja de sufrir y de pelear la mente con la realidad. Se empieza a ser parte de la solución y no del problema. Y ahí aparecen muchas posibilidades y aprendemos que lo importante no es lo que pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa".

"En la cordillera aprendimos muy rápido que teníamos que trabajar en equipo para construir una sociedad solidaria donde los bienes pertenecían a la comunidad; donde las normas aparecían cuando eran necesarias, y la primera fue que estaba prohibido quejarse. ¡El único objetivo era sobrevivir, no yo, todos! Sin excusas. Nuestra historia, es una historia de uruguayos. No es una tragedia (aunque tiene mucho de tragedia), ni un milagro (aunque tiene muchísimo de milagro)".

Hoy día, Carlitos Miguel, cuenta con 66 años, radica en Montevideo; resume su reflexión en la solidaridad, creatividad y actitud, para enfrentar al Covid-19.

Volviendo al punto inicial, la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de Tocumen fue inaugurada el 15 de agosto de 1978 y sus operaciones iniciaron el 5 de septiembre de ese mismo año, con el primer vuelo de cortesía a Latinoamérica, del Jumbo B-747 de PAN American Airways, ceremonia a la que asistió el General junto a su esposa Raquel P. de Torrijos.

El General Omar Torrijos, quería que la inauguración del nuevo aeropuerto fuese recordada a través de una expresión cultural permanente, por lo que invitó en 1978 al célebre artista y padre del superviviente de la Cordillera de los Andes, Carlos Páez Vilaró, el conocido pintor, escultor y escritor uruguayo, que dejó su arte   plasmado en un mural en el corazón   del recién estrenado Aeropuerto Internacional de Tocumen, inspirado en Latinoamérica y especialmente Panamá.

Carlos Paez Vilaró nació en Montevideo el 1 de noviembre de 1923. Sus exposiciones y murales realizados en todas partes del mundo y las múltiples distinciones recibidas le dieron renombre internacional; pintó hasta el último día de su vida. Falleció el 24 de febrero de 2014 en Casapueblo, su atelier y escultura habitable, ícono arquitectónico y cultural del Uruguay.

 

 

 

 

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